Roger Morneau fue atraído al mundo del culto espiritista cuando tenía veinte años. Sus relaciones con los adoradores de Satanás comenzaron a comprometerlo casi hasta el punto desde donde no podría regresar. Educado desde pequeño en la religión, Roger llegó a pensar que Dios era injusto, y se alejó completamente de él, hasta que se dio cuenta de que había vivido creyendo más en tradiciones que en la verdad de la Palabra de Dios. Su encuentro con un verdadero cristiano significó un cambio rotundo en su manera de ver la vida y la religión, y decidió romper los lazos que lo tenían atado al pecado. A pesar de ser amenazado por un espíritu demoníaco, entregó su vida Dios y fue liberado del poder del enemigo para contar su extraordinaria experiencia, en beneficio de muchos que siguen entrampados en situaciones semejantes.